Este género de flores toma su nombre del latín , una espada romana, cuya forma es similar a sus hojas. Se atribuye nada menos que a Plinio el haberles dado este nombre, aunque es probable que se limitase a recoger el nombre popular. También es la flor que se entregaba a los gladiadores vencedores en la contienda, por lo que es una flor que representa la victoria.

Se trata de una planta, habitual en jardinería, de la que existe una gran variedad morfológica, sobre todo en las flores (formas, colores, tamaños...). La mayor parte de flores que vemos hoy en día son híbridos complejos o sus varietales generados por cruzamiento entre varias especies silvestres desde principios del siglo XIX (Gladiolus tristis, G. cardinalis, G. blandus, G, ramosus, G. natalensis, G. oppositiflorus, G. cruentus, etc.), y también cruces con los nuevos híbridos generados (Gladiolus × colvillii, Gladiolus × ramosus, Gladiolus × nanus, Gladiolus × gandavensis, etc.), e incluso incorporando nuevas especies silvestres (G. papilio, G. orchidiflorus, G. alatusy, G. caryophyllaceus, etc.) para crear nuevos híbridos (G. × leichtlinii, G. × childii, G. × princeps, etc.), complejizando así enormemente su taxonomía, por lo que se suelen nombrar bajo la denominación binomial Gladiolus × grandiflorus o G. × hybridus.

Aunque la mayor parte de especies del género son originarias de África, en la Península Ibérica se dan además varias especies silvestres: Gladiolus communis, G. byzantinus, G. illyricus, G. reutieri y G. dubius.