kêpos (κῆπος: jardín o huerto) es el nombre de la escuela filosófica fundada por Epicuro en las afueras de Atenas. Los seguidores de Epicuro fueron conocidos como los filósofos del jardín.
Una inscripción a la entrada del jardín advertía la admisión de personas de toda condición y clase. «Extraño, tu tiempo será agradable aquí. En este lugar el mayor bien es el placer».
INTRODUCCIÓN
Las bibliotecas se encuentran inmersas en una deriva cuyos nuevos derroteros buscan resituar su relevancia como infraestructura social.
Dentro de esta deriva, podemos observar una serie de tendencias orientadas a contemplar las bibliotecas no sólo como salas de estudio o consumo de contenidos, sino también como espacios de creación e interacción. Tentativas que intentan involucrar a los usuarios en la propia disposición de los fondos (colección), priorizando la organización de los mismos de manera adaptada a sus intereses y necesidades, y no tanto a la lógica de un conocimiento estandarizado y universal.
De esta manera, las bibliotecas comienzan a prestar atención a su fondo no como un fin en sí mismo, sino como un recurso: como un material imantable, capaz de reorganizarse de manera sensible a los intereses de los usuarios y de su contexto más inmediato.
Una estrategia que demanda de nuevos procesos de colaboración con los ciudadanos, y también de nuevos dispositivos que permitan hacer aflorar la aparición de nuevos relatos, de nuevas maneras de organizar los fondos, de nuevas formas de articular sus espacios para que devengan más relevantes para la gente.
“Palacios para la gente” -precisamente- es el título del libro que el sociólogo Eric Klinenberg dedicó a las bibliotecas como infraestructuras sociales, es decir, como lugares físicos que permiten y fomentan la interacción entre las personas. Un libro que comenzó a gestarse coincidiendo con la gran ola de calor que azotó a Chicago durante el verano de 1995. A partir de este evento, el autor reconstruye, a través de datos y entrevistas, cómo los barrios donde existían bibliotecas fueron más resilientes a la hora de combatir los efectos del calor extremo, desgranando la capacidad de las mismas como lugares de refugio y organización de colectivos de personas aisladas o con altos niveles de soledad no elegida (personas sin hogar, ancianos, etc.). Como en el jardín de Epicuro, en las bibliotecas son admitidas personas de toda condición y clase.
De hecho, cada vez es más habitual que en los episodios de altas temperaturas, ciudades de todo el mundo activen a bibliotecas, centros cívicos y otros edificios públicos como refugios climáticos para su población.
PROPUESTA
Atendiendo a la emergencia de estas realidades, proponemos realizar un proceso de colaboración con la Red municipal de bibliotecas públicas de Sevilla para reflexionar sobre su devenir como refugio climático desde una doble vertiente: como lugar del conocimiento y como lugar físico distribuido y accesible a todos los barrios de la ciudad.
Partiendo de estas premisas, proponemos transformar temporalmente la red de bibliotecas en un lugar de reflexión y construcción de nuevas narrativas y estrategias que permitan adaptarnos a las nuevas circunstancias climáticas. Una problemática, cuyas consecuencias comienzan a impactar y modificar nuestros modos de habitar, intensificando aún más las desigualdades ya existentes.
Para construir esta situación crítica proponemos trabajar con la colección de libros de las bibliotecas (fondo), con la comunidad de usuarios (diálogos) y con su espacio físico (refugios).